04 de junio-los paseos meditativos: un regalo para la creatividad
Descubre el poder de los paseos meditativos, una práctica que abre la mente, calma el alma y despierta la creatividad, todo a través del simple acto de caminar sin distracciones.
04/06/2025
Suelo salir a pasear cada día. Me ayuda a despejar la mente y, como tengo la suerte de tener la naturaleza cerca de casa, desconecto enseguida de las jornadas de trabajo. Normalmente, salgo con el móvil y aprovecho para escuchar un audiolibro (he incrementado muchísimo mis lecturas así) o algún podcast interesante. Pero hace una semana, mi móvil decidió morirse por falta de batería—cada vez me dura menos, la obsolescencia programada ya empieza a hacerse notar.
Guardé el móvil en mi bolso bandolera y continué andando. En vez de llenar mi mente con ideas que otras personas ya habían pensado y creado, me dediqué simplemente a escuchar el trino de los pájaros, el murmullo del viento, y a mirar, pero a mirar de verdad: el horizonte lejano, los árboles que se mecían suavemente, y las flores silvestres —como margaritas, amapolas, y botones de oro— que salpicaban de color el verde prado. A lo lejos, las vacas pastaban tranquilas, y me hicieron tomar conciencia de que, poco a poco, voy perdiendo nitidez en la vista, pues ya hace tiempo que dejé de percibir los detalles con claridad.
Lo que parecía un simple paseo terminó por convertirse en una apertura inesperada: empecé a notar el susurro de las hojas, el aroma a pan tostado escapando de alguna ventana, y, de pronto, como si alguien me lo hubiera dictado, una frase clara se formó en mi mente. Las ideas llegaron, suaves pero decididas, sobre esos temas que justo en ese momento me preocupaban.
Me dejé llevar por el momento. Observé cómo los rayos de sol se colaban entre las ramas, cómo el aire estaba impregnado del perfume dulce del jazmín y del toque alegre de los botones de oro. Recordé de pronto una imagen que me había acompañado durante días, sin saber cómo convertirla en palabras. Al detenerme frente a un banco cubierto de pétalos blancos caídos, supe, con total claridad, cómo hacerlo.
Seguí caminando, y hacia el final del paseo, comenzaron a caer unas gotas, dejando un aroma maravilloso en el aire. Mientras la lluvia suave humedecía la tierra, vi cómo se formaban pequeñas perlas en las ramas, atrapando la luz como diminutos diamantes. Esa imagen me recordó una historia que había leído en Acres de diamantes: la del hombre que viajó toda su vida en busca de riquezas y piedras preciosas, sin darse cuenta de que todo eso estaba en su propio jardín. En ese momento, algo hizo “clic” en mi mente. Comprendí que todo lo que necesito, todo lo que puedo desear, ya está aquí, a mi alcance. Solo tenía que agradecerlo y aprender a usarlo de la mejor manera.
Esa noche, mientras leía a Julia Cameron en Nunca es tarde para ser artista, me encontré con una herramienta que resonó conmigo de inmediato: los paseos meditativos. Julia los describe como una forma simple y poderosa de dejarse encontrar por ideas, esas que suelen esquivarnos cuando estamos demasiado ocupados o tensos. No es solo mover el cuerpo: es abrir un canal entre el mundo exterior y nuestro interior.
Hasta hace poco, habría subestimado este consejo. Pero ese día, gracias a un móvil sin batería, entendí su verdadero valor.
“Después de las Páginas Matutinas y las Citas con el Artista, la herramienta más potente para contactar con la guía interior y la creatividad es caminar.”
Según Julia Cameron, ¿en qué consisten los paseos meditativos?
Básicamente, en caminar sin expectativas. Nada de listas mentales, agendas o música para "aprovechar el tiempo". El objetivo es precisamente no aprovecharlo, sino permitir que el paseo se convierta en un viaje sensorial. En ese tiempo, nuestra mente cambia de estar en modo "resolutivo" a un estado receptivo, donde las ideas surgen solas.
Julia lo dice con claridad: al caminar, nos sintonizamos con el ritmo del mundo y con el nuestro propio. Es como una meditación en movimiento, un momento que refresca, calma y, muchas veces, nos regala pequeñas revelaciones.
¿Cómo empezar?
No necesitas nada especial. Ponte unos zapatos cómodos, sal a caminar por donde más te apetezca y deja que tus sentidos te guíen. Observa, escucha, respira. Si alguna idea aparece, no te apresures a anotarla: confía en que, si es importante, regresará.
Un pequeño ritual para intentarlo esta semana:
1. Elige un momento del día para caminar sin prisa (20-30 minutos es suficiente).
2. Deja los auriculares y cualquier distracción en casa.
3. Fíjate en cinco detalles que antes habías pasado por alto: el color de una puerta, el canto de un pájaro, una grieta en la acera.
4. Permítete estar presente y abierto a lo que surja.
Tal vez, como me ocurrió a mí, te sorprendas descubriendo no solo calma, sino también pequeñas joyas creativas.
¿Te animas a probarlo? Me encantaría saber qué hallazgos te regala tu propio paseo meditativo.