16/05/2025
No sé vosotros, pero yo he encontrado una herramienta de creatividad muy eficaz y al alcance de todos. Publicar una entrada diaria implica escribir todos los días, tengas ganas o no, tengas ideas o no. Se trata de avanzar en lo que se pueda. El otro día estaba atascada. Llevaba más de una hora mirando el mismo párrafo sin avanzar, sin encontrarle forma ni ritmo. Las palabras, cuando aparecían, eran rígidas, torpes, como si llegaran a desgana. Así que me rendí. Cerré el portátil, me quité la ropa y fui directa a la ducha, casi como quien busca refugio. No tenía otra intención más que desconectar. Pero entonces, ocurrió.
Actividades como ducharse permiten un pensamiento atencional no guiado, donde la mente divaga libremente, propiciando conexiones creativas inesperadas.”
Zachary Irving, filósofo y científico cognitivo
Apenas sentí el agua caliente caer sobre los hombros, algo se aflojó por dentro. Como si el vapor despejara no solo el baño, sino también mi cabeza. Sin pensarlo, sin esfuerzo, las ideas comenzaron a brotar. Palabras que antes no encontraba surgían completas; frases enteras con el tono justo, párrafos que se escribían solos en mi mente mientras me enjabonaba el cuello. Como si en lugar de agua, lo que saliera de la alcachofa fueran pensamientos libres, fértiles. No los buscaba, simplemente aparecían.
A veces imagino que en mi ducha vive una mujer de vapor. Una musa húmeda que se oculta entre los azulejos y solo se asoma cuando dejo de pensar. Ella no responde correos, no atiende llamadas, pero susurra ideas claras cuando más las necesito. Nunca la veo, pero cada vez que las palabras llegan con el agua, sé que es ella.
Las ideas caen como gotas. Algunas rebotan en los hombros y se pierden por el desagüe si no corro a atraparlas. Otras se deslizan por la nuca hasta el papel en cuanto salgo. Pero todas vienen con ese mismo ritmo impredecible y líquido, como si pensarlas fuera una forma de llover desde dentro.
No es casualidad. Hay una explicación científica para esto. En la ducha, el cuerpo entra en un estado de relajación que activa la red neuronal por defecto, un sistema del cerebro que se enciende cuando no estamos concentrados en una tarea concreta, pero que —paradójicamente— es donde ocurren muchos de nuestros procesos creativos más profundos. Es el mismo estado que alcanzamos caminando sin rumbo, nadando o justo antes de dormir. Además, el agua caliente estimula la producción de dopamina, un neurotransmisor relacionado con el placer, la motivación y —sí— la creatividad.
“La ducha matutina puede beneficiarse del proceso de incubación y consolidación de ideas que ocurre durante el sueño, potenciando la creatividad al despertar.
Jonathan Schooler, psicólogo de la Universidad de California, Santa Bárbara,
Autores como Mihály Csíkszentmihályi, en Flow, o David Eagleman, en The Runaway Species, exploran cómo estas pausas activas —esos momentos de desconexión aparente— permiten que el cerebro reorganice ideas y descubra conexiones nuevas. Es justo cuando dejamos de forzar la inspiración que esta nos sorprende.
Y no soy la única. Agatha Christie decía que sus mejores ideas surgían mientras lavaba los platos. Arquímedes formuló el principio que lleva su nombre mientras se bañaba —gritó “¡Eureka!” y salió corriendo desnudo por las calles de Siracusa. Albert Einstein reconocía que algunos de sus momentos de mayor claridad venían mientras tocaba el violín, no mientras hacía cálculos.
Y también está el caso de Lin-Manuel Miranda, creador del musical Hamilton, que ha contado en entrevistas que muchas de sus rimas y giros musicales más potentes le venían precisamente en la ducha, al punto de tener grabadoras cerca para no perderlos. Como si la inspiración, literalmente, le cayera con el agua.
Salí de la ducha con la piel húmeda y la cabeza encendida. Corrí a anotar lo que había llegado como un regalo. No se trataba solo de palabras, sino de claridad. De una pequeña certeza: a veces, hay que soltar para que algo nuevo pueda entrar. Porque la creatividad no siempre responde a la disciplina rígida; a menudo, florece en los márgenes, en el vapor, en la distracción.
En la ducha hay una restricción sensorial: ruido blanco, visión limitada y una temperatura similar a la corporal. Esto provoca un ‘parpadeo cerebral’ que suprime la conciencia del entorno, facilitando que surjan ideas creativas.
John Kounios, psicólogo y coautor de The Eureka Factor
📚 Libros que exploran la creatividad y los momentos de relajación:
El camino del artista – Julia Cameron
Una guía práctica y espiritual de 12 semanas para desbloquear la creatividad. Destaca la importancia de actividades rutinarias y relajantes que permiten que la mente divague.El acto de la creación – Arthur Koestler
Introduce el concepto de "bisociación": la creatividad surge cuando se cruzan marcos de pensamiento aparentemente no relacionados, a menudo en momentos de desconexión.Roba como un artista – Austin Kleon
Diez principios para fomentar la creatividad cotidiana. Kleon destaca el valor de dejar vagar la mente e inspirarse libremente, especialmente en estados de calma.The Eureka Factor – John Kounios y Mark Beeman
Examina cómo surgen los momentos de "¡eureka!" en estados de relajación, como ducharse, y lo respalda con investigaciones en neurociencia cognitiva.In the Shower with Picasso – Martin Lindstrom
Una mirada escandinava a cómo momentos simples, como ducharse, inspiran creatividad en personas de distintos campos. (Actualmente sin traducción al español.)
Estos libros exploran cómo actividades cotidianas y momentos de relajación pueden ser catalizadores para la creatividad, ofreciendo estrategias y perspectivas para aprovechar estos instantes en la generación de ideas innovadoras.