17/04/2025
Cuando llega la Pascua, empiezan a aparecer en tiendas, revistas y folletos esos pequeños tesoros llenos de color y dulzura: los Huevos de Pascua. Pero más allá del chocolate o de las risas infantiles al buscarlos entre arbustos y cojines, hay una historia milenaria que conecta culturas, creencias y emociones.
Mucho antes del cristianismo, en antiguas civilizaciones como la persa, egipcia o romana, el huevo simbolizaba la vida nueva, la fertilidad y los ciclos de la naturaleza. Era costumbre regalar huevos en primavera como gesto de renovación y buenos deseos. Me gusta imaginar a esas personas compartiendo este sencillo objeto como quien entrega un pedazo de esperanza.
En el norte de Europa, los pueblos germánicos rendían culto a Ostara, diosa de la primavera. Sus símbolos eran el huevo y el conejo, representaciones de abundancia y nacimiento. Curiosamente, de su nombre deriva la palabra inglesa Easter.
Con la llegada del cristianismo, estas tradiciones paganas no desaparecieron, sino que se transformaron. El huevo comenzó a verse como una metáfora de la resurrección de Cristo: una cáscara cerrada que guarda en su interior la promesa de nueva vida. Durante la Cuaresma, estaba prohibido comer huevos, pero las gallinas seguían su ritmo natural. Así que se cocían para conservarlos y, al llegar el Domingo de Pascua, se compartían como parte de la celebración.
En países como Ucrania o Polonia, la costumbre de decorar huevos es un arte sagrado. Los pysanky, pintados a mano con infinita paciencia, no solo eran regalos, sino amuletos protectores llenos de símbolos y color. En la Edad Media, incluso reyes como Eduardo I de Inglaterra regalaban huevos dorados a la nobleza.
Ya en el siglo XIX, esta tradición adoptó un sabor especial. En Francia y Alemania surgieron los primeros huevos de chocolate, que poco a poco se popularizaron en toda Europa. Primero eran sólidos, luego huecos, y hoy los encontramos rellenos, envueltos en papel brillante, con formas y sorpresas para todos los gustos. Las marcas como Cadbury transformaron esta costumbre en una deliciosa tradición moderna.
Y claro, no puedo olvidar al entrañable Conejo de Pascua. Ese personaje que "visita" a los niños dejando huevos escondidos aquí y allá. Originario de las tradiciones germánicas, este conejo mágico fue llevado a América por inmigrantes alemanes y hoy es parte esencial de la Pascua en muchos países.
Aunque estas costumbres tienen raíces principalmente anglosajonas, también se han ido extendiendo por todo el mundo. En España, la tradición de los huevos de Pascua ha encontrado su lugar, especialmente a través de una deliciosa costumbre: la Mona de Pascua.
En regiones como Cataluña, Valencia, Aragón o Murcia, la mona es un bollo dulce que tradicionalmente se regalaba de padrinos a ahijados el Lunes de Pascua. Antiguamente se coronaba con huevos cocidos, y hoy en día se elaboran auténticas obras de arte de chocolate, muchas veces con formas de animales, personajes infantiles o paisajes fantásticos.
En casa, esta tradición se mezcla con otra que decidí adoptar cuando eran pequeños: la búsqueda de huevos de Pascua. Escondía chocolatinas por toda la casa y ellos recorrían cada rincón con sus cestitas, entre risas y emoción. Se convirtió en nuestro pequeño ritual de primavera con una sonrisa.
Y pienso... ¿por qué no seguir creando momentos así?
En el libro “Algo que celebrar: guía sencilla para enriquecer la vida con bellas tradiciones” de Lola Mayenco, se explora cómo las celebraciones y rituales —ya sean propios o adoptados de otras culturas— pueden enriquecer nuestra vida cotidiana.
La autora nos sugiere que, en un mundo globalizado, es natural que las culturas se influyan mutuamente. Adoptar tradiciones de otros países puede ser una forma de conectar con valores universales, ampliar nuestra perspectiva y fomentar una mayor apertura cultural.
Lo importante no es tanto la procedencia de la tradición, sino el significado que le damos al integrarla en nuestra vida. Así, costumbres como la de los huevos de Pascua pueden convertirse en momentos verdaderamente especiales si las vivimos con intención, alegría y conexión con quienes nos rodean.
🌷 Ideas para crear nuevas tradiciones familiares esta Pascua
✨ 1. Organiza tu propia búsqueda de huevos
Si tienes niños en casa, esta actividad promete momentos llenos de diversión y recuerdos entrañables. Puedes esconder pequeñas sorpresas en diferentes rincones del hogar o en el jardín, si cuentas con uno. No es necesario que todos los huevos sean de chocolate: también puedes incluir mensajes especiales, figuritas, dulces variados o pequeños regalos que estimulen la imaginación y la alegría de los más pequeños. Además, puedes añadir pistas o acertijos para hacer la búsqueda aún más emocionante y convertirla en una pequeña aventura familiar.
🎨 2. Realiza una actividad creativa en familia
Dedicar un rato a la creatividad en compañía es una excelente manera de fortalecer los lazos familiares. Pintar huevos, crear flores de papel o decorar tazas con motivos primaverales son actividades divertidas y accesibles para todas las edades. Estas manualidades no solo estimulan la imaginación, sino que también permiten compartir risas, anécdotas y momentos de calidad. Además, tiendas como Flying Tiger Copenhagen ofrecen kits completos con materiales que facilitan mucho la preparación, ¡así solo tendrás que preocuparte de disfrutar!



🍽️ 3. Celebra la Mona de Pascua
La Mona de Pascua es una deliciosa tradición que no puede faltar en estas fechas. Puedes aprovechar la ocasión para prepararla en casa junto a los más pequeños, convirtie
ndo la cocina en un espacio de juego, aprendizaje y sabor. Decorarla con figuras de chocolate, plumas de colores o huevos duros pintados hará que la experiencia sea aún más divertida. Si prefieres regalar una ya hecha, las pastelerías tradicionales ofrecen monas artesanales que son verdaderas obras de arte. ¡Una forma dulce y especial de celebrar en familia!
🍽️ 4. Disfruta de un desayuno o comida de Pascua por todo lo alto
Convierte esta celebración en un momento especial preparando una mesa cuidada y festiva. Decórala con colores suaves, flores frescas y algún detalle de chocolate que aporte un toque dulce y encantador. La idea es que se respire el espíritu de la primavera recién llegada: luz, alegría y renovación. Ya sea un desayuno en pijama o una comida familiar más formal, lo importante es disfrutar juntos de la compañía, los sabores de la temporada y la calidez del hogar.
En resumen, los Huevos de Pascua son mucho más que simples dulces: representan la vida nueva, la renovación y la esperanza. Nos recuerdan que, incluso tras el invierno más largo, siempre llega una nueva estación. Y quizá sea en esos pequeños gestos compartidos con quienes más queremos donde resida la verdadera magia de la Pascua.
Además, esta celebración puede ser la oportunidad perfecta para continuar tradiciones familiares o comenzar otras nuevas, llenas de significado y cariño.
¿Cuáles son tus tradiciones?