2 de junio-Un paseo entre sueños: mi viaje al Dubái Mall
Dubai Mall, el centro comercial más grande del mundo. Tiendas internacionales, sus cataratas interiores, el acuario, la pista de hielo y cafeterías como Forever Rose y Magnolia Bakery.
02/06/2025
Continuando con las experiencias vividas en Dubái, no podría olvidar el centro comercial más grande del mundo: el icónico Dubai Mall.
Caminar por sus pasillos es como sumergirse en un universo donde Oriente y Occidente se entrelazan en un abrazo casi imperceptible. A cada paso, cuesta distinguir dónde comienza la tradición y dónde termina el cosmopolitismo. Las tiendas típicamente árabes se mezclan con boutiques internacionales: escaparates deslumbrantes que ofrecen promesas de lujo, marcas inglesas, francesas y nombres que uno reconoce al instante. Es un lugar donde el lujo parece flotar en el aire, pero sin el bullicio ni el agobio que suelen acompañar a otros centros comerciales. Puedes encontrar rincones tranquilos, con cafeterías que invitan a detenerse, donde se respira una paz sorprendente.


Este vasto espacio está compuesto por infinidad de pasillos y plazas que, para un turista novato, pueden parecer interminables. Sin embargo, hay algo reconfortante en esa inmensidad. Las grandes pantallas digitales distribuidas por todo el mall te permiten ubicarte con facilidad y encontrar cualquier tienda o lugar que busques. Además, los trabajadores, siempre atentos y amables, están dispuestos a orientarte, asegurando que nunca te sientas perdido.
Entre tanto esplendor, el Dubai Mall también ofrece auténticos refugios de calma. Bajo techos altos y entre luces suaves, uno puede disfrutar de un café mientras observa el ir y venir de los visitantes, como si por un momento el tiempo se detuviera.


Lo primero que llamó mi atención me condujo a un rincón inesperado: un pasillo que evocaba el vibrante ambiente de Chinatown. Linternas rojas y doradas colgaban del techo, mientras pequeños restaurantes ofrecían delicias orientales. Era como adentrarse en un mercado tradicional asiático, con el bullicio convertido en murmullos suaves y los aromas especiados flotando en el aire. Caminamos con asombro, tomando fotos para capturar cada detalle. A medida que avanzábamos, nos encontramos paseando al lado de un elegante jardín vertical de bambú, cuyos tallos verdes y frondosos aportaban un aire de frescura y tranquilidad en medio de la algarabía. Más tarde, descubrí que por la noche esos farolillos se iluminaban, bañando el lugar con una luz cálida y mágica que transformaba por completo su aspecto diurno. Todo un espectáculo que me dejó sin palabras.




Pero este mall no es solo tiendas. Es un lugar donde perderse se convierte en un descubrimiento constante. Las cataratas interiores son un espectáculo en sí mismas: el agua cae en cascada desde alturas impresionantes, creando un remanso de paz entre el bullicio, mientras esculturas de buceadores parecen lanzarse al vacío con una elegancia hipnótica. Un lugar donde detenerse, relajarse con el sonido del agua fluyendo y, por supuesto, hacer fotos.


No muy lejos, el Dubai Aquarium & Underwater Zoo me llamaba con su promesa de magia acuática. Un túnel transparente, rodeado de tiburones, rayas y peces exóticos, te hace sentir como si caminaras por las profundidades del océano. Me habría quedado horas contemplando ese universo marino que parecía tan ajeno a la vida del desierto. Nos detuvimos a observar cómo las rayas nadaban plácidamente, a veces apoyándose en el cristal y dejándonos ver sus partes más íntimas, mientras los tiburones deslizaban sus cuerpos ajenos a la multitud de ojos que los seguían. Hay algo fascinante en contemplar a los peces, un magnetismo que te atrapa y te invita a quedarte, dejándote llevar por el ritmo lento y armonioso del agua. Existe la opción de adentrarse y observarlos desde el interior del túnel, para sentirse completamente inmerso en el acuario, pero no lo hicimos por falta de tiempo.




Continuamos caminando hasta llegar a la pista de patinaje sobre hielo, un contraste casi poético con el calor abrasador del exterior. Contemplar a los patinadores deslizándose sobre el hielo mientras el sol del desierto golpea los cristales del techo es una imagen que solo Dubái podría ofrecer. Aquí puedes unirte a ellos y deslizarte sobre la pista, o simplemente disfrutar observando la elegancia y el arte de los patinadores que la recorren, como si desafiaran las leyes de la naturaleza misma.
Seguimos caminando y, de pronto, nos encontramos con una de las sorpresas más impresionantes del Dubai Mall: un auténtico esqueleto de dinosaurio. Se trata del DubaiDino, un fósil original de un Diplodocus longus, una majestuosa criatura que habitó la Tierra hace aproximadamente 155 millones de años, durante el periodo Jurásico. Este imponente esqueleto, de 24 metros de largo y 7 metros de alto, se exhibe en el Grand Atrium del centro comercial, elevándose sobre los visitantes con una presencia imponente. Lo fascinante es que no se trata de una réplica, sino de un fósil real descubierto en Wyoming, Estados Unidos, y trasladado a Dubái para su exhibición. Sin duda, es una de las piezas más fotografiadas del mall y una atracción que cautiva tanto a niños como a adultos.
En otro rincón encontré una de las tiendas de dulces más grandes que jamás había visto: Candylicious, un paraíso que parece salido de un sueño infantil, con caramelos de colores imposibles, chocolates que prometen aventuras y un aire juguetón que invita a perder la noción del tiempo. También me sorprendió descubrir Magnolia Bakery, aquella célebre cafetería donde tantas veces había visto a Carrie y sus amigas disfrutar de cupcakes y café en Sexo en Nueva York. Siempre he soñado con revivir esa escena en Nueva York, pero por ahora, Dubái me regaló ese pequeño adelanto, y por un momento me sentí protagonista de mi propia serie.




Sin embargo, fue otra cafetería la que realmente capturó mi atención: Forever Rose Café. Al cruzar su umbral, me sentí transportado a un mundo de tinta y papel. Todo, desde las paredes hasta las tazas, estaba pintado en blanco y negro, creando la ilusión de estar dentro de un dibujo en dos dimensiones. Me acomodé en una de sus mesas y, por un instante, el ajetreo del mall se desvaneció. Todo quedó en silencio, solo interrumpido por el suave aroma del café flotando en el aire, como si también formara parte del trazo. Era surrealista, envolvente, cautivador.






Entre tanto lujo y tiendas fascinantes, no pude resistirme a entrar en Infinity des Lumières, un espacio de arte digital donde las paredes y el suelo cobraban vida con proyecciones inmersivas. Las obras de Van Gogh se extendían a mi alrededor, los girasoles y estrellas flotaban como si el arte hubiera escapado de los lienzos, y por un instante, me sentí parte de aquel universo onírico.
Así es el Dubai Mall: un lugar donde cada paso te lleva a un rincón inesperado, donde puedes perderte entre tiendas, restaurantes, plazas tranquilas para tomar un café, o simplemente detenerte y contemplar. Es un espacio que nunca resulta agobiante, que se despliega ante ti con generosidad y te invita a descubrirlo sin prisas. Un viaje dentro del viaje, donde el tiempo parece detenerse y uno se convierte en protagonista de su propio relato.


Y lo mejor de todo es que, al salir del mall, sin necesidad de enfrentarte al calor del desierto, puedes tomar un taxi –a un precio sorprendentemente accesible en Dubái– que te llevará adonde desees. Todo está pensado para hacerte la vida fácil, para que puedas seguir explorando sin interrupciones, disfrutando cada momento.
Y, por supuesto, te vas con la sensación de que aún te quedan muchas tiendas, pasillos y plazas por recorrer.
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