30 de junio-el pequeño placer de cada final de mes
El placer de cobrar la nómina: reflexiona sobre la gratitud, la motivación y la felicidad de recibir el sueldo cada mes. Disfruta de este pequeño gran placer cotidiano
Hay placeres cotidianos que pasan de puntillas por nuestra rutina, casi invisibles. Pero cuando uno se detiene a mirarlos con otros ojos, descubre que encierran más alegría de la que imaginamos. Uno de esos pequeños grandes placeres es recibir la nómina a final de mes.
Por más años que pasen, no deja de alegrarme ese mensaje del banco notificando el ingreso. Es como si, por un momento, toda la fatiga acumulada cobrara sentido. Dicen que el dinero no da la felicidad, pero ¿quién no sonríe al ver que su esfuerzo tiene recompensa?
Recuerdo muy bien la primera vez que lo viví. Tenía veintitantos, acababa de terminar la carrera y, después de meses enviando currículums y recorriendo entrevistas, conseguí mi primer contrato. Aquel sueldo era modesto, casi simbólico, pero cuando vi reflejado el ingreso sentí algo muy parecido a tocar el cielo con la punta de los dedos.Me acuerdo de ir al banco a primera hora, casi con nervios, solo para actualizar la cartilla y confirmar que, efectivamente, aquel dinero estaba allí, escrito con tinta fresca. Era poco, pero era mío. Lo había ganado yo, con mis manos, mi cabeza y mi tiempo. En ese instante, supe que cada madrugada de estudio, cada examen que me robó el sueño, cada momento de duda había merecido la pena.
Desde entonces han pasado años, mudanzas, ascensos y algún que otro revés. Y, sin embargo, sigo sintiendo ese leve cosquilleo cada final de mes. Quizá porque sé que no todo el mundo tiene esa suerte. Basta mirar alrededor para darse cuenta de que contar con un sueldo estable es casi un privilegio.
Hay un pequeño ritual en ese día: repasar mentalmente los planes, las facturas que podré cubrir, el detalle que me permitiré darme, aunque sea un café especial o un libro nuevo. Es una celebración íntima, silenciosa, pero siempre llena de gratitud.
Curiosamente, la neurociencia confirma que esta sensación no es casualidad. Un estudio de la Universidad de Harvard demostró que recibir el salario activa los mismos circuitos de recompensa en el cerebro que ganar un premio inesperado. Un recordatorio de que, incluso en la rutina, hay momentos que encienden una chispa.
El escritor Charles Dickens decía: “La felicidad es un regalo y el truco consiste en no esperarla, sino deleitarse cuando llega.” Quizá por eso, por pequeño que sea, el sueldo de cada mes es ese recordatorio de que el esfuerzo encuentra su recompensa y de que, por un día, nos sentimos ricos de posibilidades.
No importa si la cantidad se diluye pronto entre hipotecas, recibos y gastos familiares. Da igual: cada nómina sigue siendo una palmada en la espalda, un susurro que dice: “Lo hiciste bien. Sigue adelante.”
Que nunca dejemos de sentir gratitud por ese mensaje del banco. Que no perdamos la ilusión de saber que somos capaces de crear valor, de sostener nuestros sueños y de darle sentido a los lunes más grises. Porque, como decía Sarah Ban Breathnach: “Cuando recibes dinero por algo que amas, es como tocar el cielo con la mano.”
Y ojalá nunca dejemos de estirarnos para rozarlo.