Lo mejor de la semana 13 de Pequeños (grandes) placeres
Bienvenido/a a la newsletter de Pequeños (grandes) placeres de la semana 13, un espacio donde encontrarás inspiración para llevar una vida más feliz: recomendaciones de libros, películas y pequeños momentos que vale la pena atesorar en el día a día.
Cada domingo recibirás un resumen con las entradas de la semana, para que puedas leerlas con calma. Además, siempre incluiré algo nuevo para disfrutar de la magia del fin de semana.
Esta semana he incluido las siguientes entradas:
1,. 24 de marzo. Teletrabajo en un día de lluvia
La lluvia no está reñida con los momentos especiales. En un lunes gris, descubro la dicha de teletrabajar desde mi rincón cálido, envuelto en pequeños rituales reconfortantes.
La lluvia canta tras la ventana, mientras el aroma del café y la música suave me envuelven en calma.
Una oda al presente, donde la rutina se convierte en deleite.
2- 25 de marzo ¿tienes excursiones creativas?
Las excursiones creativas son mucho más que un pasatiempo: son una forma de reconectar contigo misma, nutrir tu creatividad y cuidar tu mundo interior.
Inspiradas por autoras como Julia Cameron y Sarah Ban Breathnach, estas salidas solitarias se convierten en rituales transformadores. No requieren grandes planes ni dinero, solo intención y presencia.
3.- 26 de marzo-” Paseo por el campo
Cómo una caminata tras una mañana intensa de trabajo se convierte en mucho más que un simple paseo.
El campo, el sol de marzo y un ternero recién nacido despiertan recuerdos de infancia y la presencia silenciosa de un abuelo que ya no está, pero sigue vivo en el paisaje.
Un texto sobre memoria, conexión y belleza en lo cotidiano.
4.- 27 de marzo- Cine: “Alto Knights
Una tarde de lluvia revive la nostalgia de los 90 y el ritual casi sagrado de ir al cine.
The Alto Knights nos trae a De Niro en un duelo mafioso doble, con elegancia clásica y un enfoque más humano del crimen.
Una película correcta, pero es el acto de ir al cine lo que deja verdadera huella.
5.- -28 de marzo- El placer de los viernes
Reflexiono sobre el placer del viernes: un día que trae promesas, libertad y la emoción de lo posible.
Es el comienzo del tiempo propio, más liviano que el sábado y más esperanzador que el domingo.
He aprendido a saborear cada día, pero el viernes sigue siendo mi favorito: un suspiro profundo que abre las puertas al descanso y al disfrute.
6. -29 de marzo- Menos Chronos, mas Kairos
Cada marzo perdemos una hora, pero ¿y si estuviéramos perdiendo algo más valioso?
Vivimos atados al reloj, pero existe otro tiempo posible: Kairos, el de los momentos que nos transforman.
Este texto invita a hacer una pausa, a sentir el tiempo desde dentro. Porque a veces, lo importante no es cuánto dura… sino cómo se queda con nosotros.
Y como el domingo también merece ser celebrado— quiero compartir contigo uno de mis momentos especiales
RITUAL DE LECTURA
El año pasado me propuse un reto de lectura, que curiosamente conseguí. Este año, aunque he decidido mantenerlo, también deseo algo más simple, profundo y necesario: momentos de lectura de calidad. No leer por leer. No pasar páginas distraídamente. Sino sumergirme. Quedarme. Sentir.
Para lograrlo, he creado un ritual que he empezado a practicar los fines de semana, cuando el tiempo se dilata y por fin puedo estar conmigo. Un pequeño santuario que cobra vida cada sábado por la tarde o noche, cuando el mundo se apaga y yo, al fin, me enciendo por dentro.
Enciendo mi chimenea de bioetanol. La luz cálida y temblorosa comienza a llenar la habitación, como si el tiempo bajara la voz y me dejara respirar.
Después, abro con ceremonia la tapa de mi vela de lata, esa que compré en la librería, con aroma a Charles Dickens. Su fragancia es un viaje en sí misma: madera antigua, tinta seca, un suspiro de humo y un eco de biblioteca inglesa. Al encenderla, es como si invocara a los libros que me han acompañado y a los que me esperan.
Me visto con ropa cómoda. No cualquier ropa: la del alma en descanso. Esa camiseta vieja y suave, los pantalones de algodón, los calcetines gruesos. Me acomodo en el sofá, donde ya me espera mi manta más mullida, fiel compañera de tantas páginas.
En la mesita auxiliar coloco mi bebida caliente: tal vez té de jengibre, cacao espeso o café especiado. Lo elijo según el libro, como si se tratara de un maridaje secreto entre sabor y relato. De fondo, suena música suave, casi imperceptible: un piano tenue, cuerdas en calma o el simple silencio del fuego.
Y entonces, abro un nuevo libro.
Ese instante es sagrado. La primera página se abre como una puerta que cruje, y yo entro sin prisa. No busco velocidad, sino presencia. No quiero leer mucho, quiero leer sintiendo: la textura del papel, la suavidad de la manta, la taza caliente entre las manos. Disfrutar de los aromas de la vela, del susurro de las páginas, del crujir del fuego, de la melodía que no interrumpe. Mis ojos enfocados, saboreando cada sorbo y cada pausa que me permite saborear lo que leo.
"Leer no es escapar de la realidad, sino entrar más profundamente en ella."
— Julian Barnes
Cada vez que abres un libro, participas en un ritual antiguo: el del encuentro entre quien escribe y quien imagina."
— Rebecca Solnit
Pero además de leer con los cinco sentidos conocidos, están los otros:
El sentido del tiempo que se detiene.
El del alma que se acomoda.
El de la mente que, por fin, no huye.
El de la belleza sin ruido.
El de estar justo donde quiero estar.
El de lo íntimo, lo sagrado, lo bello.
El de estar conmigo, y no querer estar en otro lugar.
Este es mi ritual para conseguir leer de verdad.
Leer con cuerpo, mente y corazón.
No pasar páginas, sino habitarlas.
"La lectura es ese ritual secreto donde el alma se sienta a conversar con otras almas, a través del tiempo y del silencio."
— Anónimo
¿Tienes algún ritual de lectura?
Me encantaría escucharte