20 de junio- Despedir la primavera con el corazón Lleno y los sentidos despiertos
Una despedida íntima y consciente de la primavera, tejida con palabras, recuerdos y rituales para cerrar el ciclo con gratitud y abrir el verano con intención.
20/06/2025
La primavera siempre ha sido mi estación preferida. No por lo que proclama en voz alta —las flores, los brotes, la luz que crece—, sino por lo que susurra. No irrumpe como el verano, sino que se posa con sigilo, como una melodía familiar que, sin darte cuenta, ya estás tarareando. Y así como llega, también se marcha, sin hacer ruido.
Hoy se cierra un ciclo: la primavera se retira para ceder su lugar al letargo luminoso del verano. El calendario avanza con su paso callado, y casi sin notarlo, la estación se ha desvanecido, dejando atrás sus últimas flores y tardes suaves. Hay algo dulce, y al mismo tiempo melancólico, en este instante: la despedida de una estación que siempre parece irse demasiado pronto.
Cada año me ocurre lo mismo: me prometo vivirla con más conciencia. Y aunque esta vez lo intenté —más paseos al atardecer, más fresas recién cortadas, más ventanas abiertas—, todavía siento que algunas cosas se me escapan. Quizá sea precisamente eso lo que la hace tan especial: su fugacidad.
Despedir la primavera es un gesto íntimo, casi secreto. No hay celebraciones ni fuegos artificiales. Nadie señala la fecha exacta. Un día, simplemente lo notas: las glicinas han dejado de florecer, la chaqueta que llevabas por la tarde ya resulta innecesaria, la luz se alarga con un filo más seco. Entonces lo sabes: la primavera se va.
Para mí, ese momento merece un pequeño ritual. Nada grandioso, pero sí consciente. A veces consiste en madrugar un poco, antes de que el sol despunte del todo. Tomar el café en la terraza, escuchar el canto aún persistente de los mirlos, notar cómo el rocío se aferra a la hierba. Me gusta pensar que la primavera se despide con una caricia.
A diferencia del verano, que nos empuja hacia el mundo —vacaciones, terrazas, cuerpos al sol—, la primavera me invita a volver hacia adentro. Tal vez por eso me cuesta tanto soltarla. Es una estación de transiciones suaves, de pensamientos que hierven a fuego lento. Me descubro más reflexiva, más escritora, atenta a detalles que normalmente ignoro: cómo se dibuja la luz en la pared a las seis de la tarde, cómo huele la tierra después de una lluvia breve.
En primavera, siento que me reconozco más. ¿Te sucede también?
Los pequeños placeres que se van con ella
Este año, como parte de mi despedida, hice una lista de los placeres que marcaron mi primavera. Un inventario emocional, no exhaustivo pero honesto. Algunas alegrías salieron de mi "Buckect List estacional)otras llegaron sin anunciarse:
– Las primeras cerezas.
– La siesta con la ventana abierta y una brisa que parecía inventada.
– Ese paseo en bici al atardecer que terminó con los pies en el agua.
– Las lluvias suaves y los primeros rayos cálidos.
– Los pasos lentos por el parque después de llover.
– Las fresas con ese sabor que solo tienen cuando son de temporada.
– Las mañanas de domingo, con manta ligera y libros subrayados.
– El zumbido discreto de los insectos al volver.
– El olor a tierra tibia, cuando el sol empieza a calentar la corteza del mundo.
Despedir la primavera también es aprender a soltar. Hay algo profundamente humano en aferrarse a lo que amamos, incluso sabiendo que no puede quedarse. Las estaciones nos entrenan en ese arte: vienen y se van, y en ese ir y venir nos enseñan a agradecer.
La despedida se transforma entonces en un gesto intencional: cierro la ventana con una última bocanada de aire tibio; recojo las flores marchitas del jarrón, sin pena; escribo las últimas líneas en mi cuaderno de estación, donde guardo impresiones como quien seca hojas entre las páginas de un libro.
Pero no todo es nostalgia. Decir adiós a la primavera también es abrir espacio a lo que viene: el verano, con sus días largos, sus noches abiertas, sus promesas de ligereza. Para recibirlo de verdad, necesito cerrar este capítulo con cuidado.
Así que estos días hago cosas pequeñas que me ayudan a transitar: cambio las sábanas por unas más frescas, guardo los suéteres de entretiempo, limpio las macetas que pronto pedirán más agua. Son gestos mínimos, pero cargados de significado. Sin apuros. Porque antes de que el sol se instale con toda su fuerza, quiero quedarme un instante más aquí, en este umbral tibio donde aún florecen los últimos jazmines.
Despedir la primavera, al final, es también un placer. Es decir “gracias”. Es dejar ir lo bello sabiendo que volverá, distinto, pero volverá.
Si nunca has despedido una estación con intención, te lo recomiendo. No hace falta hacer nada complejo. Basta con observar. Preguntarte qué te dio esta primavera. Qué descubriste de ti. Qué momentos merecen ser guardados como una fotografía mental.
Puedes escribirlo. Decírselo a alguien. O simplemente pensarlo mientras ves el cielo tornarse dorado en una tarde de junio.
Hazlo tuyo. Hazlo real.
Una despedida sin prisa
Hoy, mientras escribo esto, el sol se filtra por la ventana con una calidez distinta. Ya no es el calor joven de abril, sino el calor más maduro de un verano que se insinúa. Los pájaros siguen cantando, pero su canto suena menos urgente. Como si ellos también supieran que el tiempo ha girado.
Y yo, con una lana ligera aún sobre los hombros, me resisto un poco. Pero también sonrío. Porque sé que todo esto es parte del ciclo. Que la primavera volverá. Y que, cuando lo haga, quizá yo también sea otra.
Por ahora, solo me queda agradecerle. Agradecerle lo que trajo. Lo que me enseñó. Lo que me permitió sentir.
Hasta el próximo brote.
Ideas de rituales para despedir la primavera
Ya hablamos antes de lo importante que es crear rituales personales: gestos con alma que nos ayuden a marcar los umbrales del tiempo, a hacer visible lo invisible. Despedir una estación como la primavera, con su delicadeza y su huella sutil, merece también un pequeño acto de atención. Aquí te dejo algunas ideas que puedes hacer tuyas, combinar o reinventar. Lo esencial es la intención.
🌸 1. Inventario de gratitud primaveral
Qué necesitas: Un cuaderno o una hoja especial, y algo con lo que escribir.
Cómo hacerlo:
Haz una lista breve, íntima, de lo que esta primavera te regaló: sensaciones, imágenes, descubrimientos, momentos inesperados.
Anota también lo que aprendiste, lo que te cambió por dentro, lo que floreció en ti.
Cierra con un agradecimiento, como quien escribe una carta a un ser querido que se va, sabiendo que volverá.
Extra: Guarda tu lista en una caja de estaciones, y vuelve a leerla cuando la primavera regrese.
🕯️ 2. Ceremonia de la vela
Qué necesitas: Una vela (mejor si huele a flores o cítricos), música suave, y un rincón en calma.
Cómo hacerlo:
Enciende la vela al atardecer y quédate un rato en silencio. Observa la llama. Respira.
Piensa en lo que dejas atrás con esta estación: emociones, ritmos, deseos cumplidos o no.
Y luego, imagina lo que deseas invitar en el verano.
Cuando apagues la vela, hazlo con intención, como quien cierra una puerta con amor
🌿 3. Paseo de despedida
Qué necesitas: Solo tu cuerpo presente y tiempo para caminar sin prisa.
Cómo hacerlo:
Sal a recorrer tu barrio, un parque o algún sendero verde. Observa lo que aún queda de primavera: flores en retirada, insectos que zumban, la luz que ya empieza a endurecerse.
Recoge un pequeño objeto natural —una hoja, una flor seca, una piedra tibia— como recuerdo de lo que fue.
Extra: Usa ese objeto para crear un pequeño altar estacional en casa, como símbolo del ciclo que se cierra.
🍓 4. Cena o merienda de fin de estación
Qué necesitas: Ingredientes de temporada y un poco de dedicación amorosa.
Cómo hacerlo:
Prepara una comida ligera con productos primaverales: espárragos, fresas, guisantes, flores comestibles, hierbas frescas.
Puedes compartirla con alguien querido o saborearla a solas, como una celebración silenciosa.
Mientras comes, honra los sabores que se van. Agradécelos.
Extra: Usa tu mejor vajilla, pon música que te acaricie, haz de ese momento algo digno de recordar.
🔥 5. Ritual de fuego
Qué necesitas: Un cuenco resistente al calor, cerillas y pequeños trozos de papel.
Cómo hacerlo:
Escribe en los papeles lo que quieres soltar junto con la primavera: emociones, hábitos, pensamientos que ya no te sirven.
Enciende uno a uno con cuidado, deja que se consuman lentamente.
Mientras arden, di en voz baja: Gracias. Te dejo ir.
Siente cómo algo dentro de ti también se libera.
🌼 6. Flores para dejar ir
Qué necesitas: Flores frescas o secas, y un lugar donde entregarlas a la tierra o al agua (de forma ecológica).
Cómo hacerlo:
Elige una flor. Acompáñala de un pensamiento: algo que agradeces, algo que dejas, algo que deseas.
Déjala flotar en un río, enterrarla en un jardín, o simplemente colócala en un rincón con amor.
Es un gesto simple, pero poderoso: una forma de rendirse al ciclo
📅 7. Diario de transición
Qué necesitas: Tiempo, intimidad, un cuaderno o tu espacio de escritura.
Cómo hacerlo:
Responde con sinceridad a estas preguntas:
• ¿Cómo me sentí esta primavera?
• ¿Qué momentos quiero guardar como un talismán?
• ¿En qué me transformé?
• ¿Qué deseo sembrar ahora que llega el verano?
Escribirlo te ayuda a darle forma al cierre y abrir la puerta al cambio con mayor conciencia.
🌞 8. Visualización guiada hacia el verano
Qué necesitas: Un lugar tranquilo y unos 10 o 15 minutos contigo misma(o).
Cómo hacerlo:
Cierra los ojos. Respira. Imagina una puerta o un sendero que se abre hacia la nueva estación.
Visualiza cómo quieres sentirte este verano. Qué actitudes deseas cultivar. Qué experiencias te gustaría vivir.
Cuando termines, anota tus impresiones o crea un pequeño símbolo que represente esa intención. Puede ser un dibujo, una palabra, una piedra.
¿Y tú? ¿Cómo despides tu primavera?